La soledad como siempre llegó y se sentó en un banco. Cada tarde llegaba un anciano a pasar las horas, se quedaba allí hasta el ocaso, esta dinámica se repetia durante casi todo el año, salvo en invierno. Cada tarde era motivo de alegría para la soledad pues ya no se sentía tan sola.
Sin embargo este año el invierno ya pasó, estaba entrada la primavera y el anciano no aparecía... La soledad puso sus blancas y arrugadas manos entre sus piernas y bajó la cabeza... al fin lo comprendió...estaba sola.
Renato Díaz.
Sin embargo este año el invierno ya pasó, estaba entrada la primavera y el anciano no aparecía... La soledad puso sus blancas y arrugadas manos entre sus piernas y bajó la cabeza... al fin lo comprendió...estaba sola.
Renato Díaz.
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